Después de haber tenido un primer viaje exitoso, este segundo venia cargado de otras preocupaciones. Era un vuelo de 8 horas y media, más aproximadamente unas 2 a 3 horas extras de espera y llegada al destino.
Comenzamos el día dándoles de desayunar alrededor de las 9:00AM, esa sería su única comida del día ya que sugieren que no coman unas 6 horas antes del vuelo. Les dimos un paseo por la mañana, nada extremo pero para que vayan haciendo sus necesidades de antemano. La pastilla Trazadone se la dimos alrededor de la 2:00PM.
Volvimos a hacer la misma rutina de hacer el check-in y entregar todos los documentos para así estar más libres para pasearlos antes de entrar a la zona de embarque.
Esta vez sí nos pidieron aparte del DOT Service Animal Air Transportation Form , el formulario DOT Service Animal Relief Attestation Form que es un documento que certifica que tu perro no orinará o defecará en el vuelo o lo hará de una manera higiénica – esto sólo aplica a vuelos de más de 8 horas. Estos dos documentos también se envían a la aerolínea por lo menos 48 horas antes, a través de este enlace. Y se envían por cada uno de los perros y de forma separada. En este caso también nos mandaron la aprobación por correo electrónico.
La aerolínea también nos solicitó el Cuestionario de Salud debidamente endorsado por el USDA, lo revisaron y nos dijeron que nos lo pedirían en España al llegar.
Antes de entrar a la zona de embarque, decidimos visitar las 3 áreas para perros externas que tiene el Aeropuerto de Miami, esto significó una larga caminata de punta a punta del aeropuerto y nos dio la tranquilidad de que ya no tenían nada de nada, ya que sabíamos que los “pet relief” interiores no son de su agrado, queríamos asegurarnos que no tuvieran más ganas de ir al baño.
Areas “Pet Relief” – MIA
Pasar seguridad fue muy similar a como en Denver, en dinámica, solo que esta vez había muchísima más gente pero no los incomodó ni los distrajo, lo cual nos dio mayor tranquilidad. Optamos por esperar en el Admiral’s Club de la aerolínea, ya que sería un espacio más tranquilo para ellos y así la medicina iría surgiendo efecto.
A la hora de abordar, éramos del grupo 1, así que el proceso fue fácil y como siempre, las tareas estaban asignadas. Carlos con Cosimo y yo con Artu. Al viajar en un avión más grande, cada quien tuvo acceso por distintos pasillos. Esta vez tuve que sacar a Artu del trasportín, ya que debido a la configuración del asiento, no era cómodo ni para él ni para mí. Así que acomode su mantita hacia adentro del asiento, lo acosté y se quedó super tranquilo. Por su parte, Cosimo al ser más grande, a la hora del despegue, fue a los pies de Carlos con su mantita y bien acomodado también hacia la parte interior del asiento.
Ya en vuelo, con el asiento reclinado, Cosimo se echó al lado de los pies de Carlos. Ambos viajaron tranquilos, sin molestar y durmiendo todo el vuelo. Ni siquiera el olor de la comida, los incomodo – lo cual nos dio más tranquilidad, ya que Artu que es un glotón y sin comida podría haber molestado pero no lo hizo.
En varias ocasiones tratamos de darles cubitos de hielo, pero ninguno de los dos los aceptaron ni siquiera el agua, que muy amablemente, el personal nos trajo. Una vez fui con Artu al baño y lleve su pad descartable, pero no quiso hacer nada.
Y así con la mayor tranquilidad pasaron 8 horas y media hasta llegar a Barcelona.
Como dato curioso, al aterrizar y prepararnos para bajar nos topamos con los pasajeros de atrás, los cuales estaban muy asombrados de verlos ya que nunca los sintieron y no sabían que volaban dos perritos delante de ellos.
Al llegar al aeropuerto, mi primera intención es que fueran al baño porque habían pasado muchas horas, intentamos nuevamente con el baño de familia y los pads descartables y ninguno quiso hacer nada.
Habíamos averiguado que en el aeropuerto no hay un “Pet Relief” área como tal, lo más cercano es una área de fumadores que es al aire libre y de forma discreta y limpia la podrías usar en caso de emergencia. Aquí el enlance de cómo llegar a la zona. Pero no la vimos ni la encontramos, por ende, no podemos dar fe si se podría usar.
“Smoking Zone” Terminal 1
Pasar inmigración y aduana fue lo cotidiano, sin mayor problema, nos quedaba solo la duda de a quién o dónde debíamos presentar los Certificados Médicos. Pensamos que al sacar las maletas, pasaríamos algún tipo de control donde ahí seria pero… ¡Oh Sorpresa! No había ningún control ni nadie nos pidió nada, porque no hay ninguna área de aduanas y al viajar ellos con nosotros vs. a en carga, al parecer los documentos sólo los revisan en Estados Unidos antes de viajar. Si bien nos sorprendió mucho y pensamos: ¡Casi $600 en certificados para que no nos los pidan! Pero presumimos que esto podría ser un proceso aleatorio o simplemente no nos dejarían abordar sin ellos (¡sólo la vida sabrá!)
Con maletas ya en mano, y antes de tomar el taxi, optamos por ir a la área abierta del aeropuerto que está caminando de frente por la salida de llegadas, pasando el área de información y donde en el exterior hay una Tabaquería. Los caminamos un poco, dejamos que olieran y a ver si así después de tantas horas querían ir al baño y ¡nada de nada!
El proceso desde el aterrizaje hasta salir, fue relativamente rápido y no nos tomó más de 1 hora.
El taxi lo habíamos reservado con Pet Taxi Barcelona, unos días antes y por WhatsApp, queríamos asegurarnos que podrían llevar a los perros, a nosotros y 5 maletas sin problema. Llegaron a tiempo, super amables y confiables.
Y así, un segundo vuelo completado con éxito, los nervios habían desaparecido y solo aparecía el cansancio y el jetlag para los cuatro. Contamos con la fortuna, de tener una tienda de perros abajo del apartamento, así que les dimos de comer, tomaron agua y ¡si! fueron al baño en un parquecito por ahí.
¡Barcelona tenía dos perros más! ¡Extranjeros y viajeros!
¡Como cuando… viajas transatlántico con tus perros y no te lo crees!